LA TELENOVELA DEL RECUERDO: SIMPLEMENTE MARÍA

Esta semana se inicia en México una nueva versión de Simplemente María. A casi 46 años de su realización, rendimos homenaje a este clásico indiscutible de la televisión peruana, tantas veces realizada pero jamás igualada. Muchos cuestionan el que se realice guiones de este tipo. Lo cierto es que así su historia sea desfasada, lo que vale es el talento con que realizar una telenovela como esta. Veremos que nos depara este nueva versión.

Lima, 09 Noviembre 2015, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- A portas de una nueva emisión de "Simplemente María", en México, repasemos una página gloriosa de nuestra televisión peruana, clásico absoluto a nivel internacional e ícono indiscutible dentro de la historia de las telenovelas.

Nos referimos a la realización peruana, “Simplemente María”, historia original de la escritora argentina Celia Alcántara, dirigida por Carlos Barrios Porras y producida por Vlado Radovich para Panamericana Televisión. La historia fue protagonizada por Saby Kamalich, Ricardo Blume y Braulio Castillo. Fue emitida en el Perú en 1969. Posteriormente se emitió en más de 18 países con altos niveles de audiencia. Hecho único jamás repetido, hasta la actualidad, por otra producción peruana.

VERSIÓN ARGENTINA
Clementina Palomero más conocida por su seudónimo de Celia Alcántara, fue una escritora, guionista, autora de teatro y directora argentina quien escribió a mediados de los sesenta, su más grande obra, “Simplemente María”, una exhaustiva descripción sobre el mundo de la mujer de campo que llega a la ciudad para forjarse un futuro, enfrentarse con las adversidades de un mundo desconocido y, en medio de esa dura realidad, encontrar el éxito y la posibilidad del amor. La historia rápidamente tuvo su adaptación en televisión. Fue en 1967 cuando se estrenó en el canal 9 de Buenos Aires, “Simplemente María” con la actuación estelar de Irma Roy, Alberto Argibay y Rodolfo Salerno. El éxito fue inmediato. La historia original culmina con la boda entre María y el maestro Esteban. Años después, a inicios de la década de los ochenta, Leonor Benedetto protagonizó otra versión titulada "Rosa de lejos" con igual sintonía local para ATC (Argentina Televisora Color).

El éxito de la historia llegó a oídos de Genaro Delgado Parker, uno de los dueños, aquel entonces, de Panamericana Televisión, quien inmediatamente compró el libreto para su emisión en Perú. La producción corrió a cargo de Vlado Radovich. Además se contrató a la propia Celia Alcántara para que asesore en el casting y el área dramática. Se utilizó, por primera vez, el apuntador electrónico y, aunque el videotape no llegó al Perú a finales de los sesenta, con esta telenovela, como algunos señalan; ya que Panamericana lo inauguró con "Las madres nunca mueren" en 1961, sí se contó con todos los avances técnicos de la época. Panamericana no escatimó gasto alguno en su realización. Se alquiló y preparó unos modernos estudios en la, entonces, Feria Internacional del Pacífico donde finalmente se grabó la telenovela.

Mientras en otros países, las adaptaciones tampoco se hicieron esperar. Hubo una producción en Venezuela con Carmen Julia Álvarez, Eduardo Serrano y José Luis Rodríguez. Su éxito fue local. Además hubo versiones radiofónicas en España, Argentina y hasta en Perú, a través de RPP contando con casi el mismo elenco de la exitosa telenovela peruana. En los ochenta, Brasil también realizó su versión local, pero ninguno tuvo tanto éxito y recordación como la inolvidable versión peruana.

LA HISTORIA

María Ramos Flores (excelente e inolvidable papel de nuestra Saby Kamalich), es una humilde campesina que vive en el campo (Apurímac) con su padre y varios hermanitos menores a quien debe mantener. Ella viaja a Lima, ciudad que nunca ha conocido en busca de un trabajo digno que le permita enviar dinero a sus familiares. En nuestra capital, consigue trabajo de empleada doméstica. Pronto, hace amistad con Teresa (Mariella Trejos), la criada de la casa vecina, con quien comienza a pasear los días domingos, en su día de descanso. Una de esas tardes dominicales, las muchachas conocen a Roberto Caride, un aristocrático estudiante de medicina, (excelente Ricardo Blume), quien acompañado de su mejor amigo (Hernán Romero) se propone conquistar a aquella humilde, pero bella mujer.

Muy pronto, Roberto seduce y embaraza a María. Al enterarse del embarazo, el joven la abandona, por presión de su familia y amigos quienes lo inducen a dejarla porque casarse con ella, solo le traerá problemas, debido a la sencillez de la muchacha provinciana, empleada doméstica y sin ningún tipo de educación.

Paralelo a estos sucesos, Teresa le cuenta a María que cerca de ahí vive, Esteban Pacciarotti, (excelente Braulio Castillo), un profesor de escuela que en las noches enseña gratuitamente a varias personas mayores a leer y escribir. Esteban vive con su madre, doña Pierina (la gran Elvira Travesí) y sus cuatro hermanos menores. Gracias a Teresa, María conoce al maestro Esteban quien le propone enseñarle a leer y escribir. Con el apoyo de Teresa, Esteban y doña Pierina, María sale adelante durante su embarazo.

Poco después del nacimiento de su hijo Antonio, Roberto vuelve a ella y le promete casarse apenas termine la carrera. Con el tiempo, María compra, con sus ahorros, una máquina de coser de marca "Singer" y los termina de pagar a largo plazo gracias a la ayuda de sus amigos más queridos que viven en la fonda que tiene doña Pierina. Mientras tanto, el tiempo pasa, María aprende a coser y consigue trabajo como modista. Pero, cuando Roberto se gradúa se casa con la frágil Angélica (Inés Sánchez Aizcorbe) y María, desengañada, decide olvidarse del amor y superarse. Poco a poco, pone una tienda que con los años se convierte en una famosa casa de modas. Esteban, quien ama en silencio a María, siempre está a su lado, pero el éxito de la ahora ex doméstica y los celos terminan por separarlos.

Tras la muerte de Roberto, quien fallece arrepentido de no haber correspondido al amor de María, transcurren veinte años y la historia vuelve a repetirse cuando Antonio a quien llaman Toño (Nuevamente Ricardo Blume en gran papel) seduce y embaraza a su prima, Inesita, más conocida como Ita, (memorable Regina Alcóver), hija de Inés Caride (excelente Carola Duval), hermana de Roberto. Tanto Inés como María se oponen a que sus hijos se casen. Más tarde ambos jóvenes logran casarse, pero Ita muere al dar a luz a su hija, Marita, (interpretada de adulta por la actriz portorriqueña Gladys Rodríguez). Tras varias vicisitudes, finalmente, María decide aceptar y casarse con Esteban.

TELENOVELA DE ANTOLOGÍA

"Simplemente María", fue una producción memorable donde su éxito radicaba no solo en el gran talento actoral de sus protagonistas, sino también en haber adquirido un libreto muy realista, es decir “de la vida misma”. En cada capítulo se muestra el afán de superación de una mujer, seducida por un irresponsable “señorito de la casa” que la abandona a su suerte, pero ella logra lo impensable. Se consolida como mujer de negocios y llega a tener tanto o más dinero que la familia que, una vez, la despreció por ser una “chola inculta y sin educación”.

Si México había presentado con éxito, la historia de Yolanda Vargas Dulché llamada “María Isabel” (Telesistemas Mexicanos-1966) mostrando a una provinciana (Silvia Derbez) convertirse en "Cenicienta" y casarse con el joven millonario, (Raúl Ramírez). En “Simplemente María”, la diferencia estaba en ese afán de superación de la campesina que pese a estar embarazada, un problema tan escandaloso para la época, logró el éxito deseado llegando a ser una costurera de renombre internacional demostrando a su género que si es posible vencer a las adversidades. Y, ojo, sin necesidad de contar con un hombre a su lado. Un triunfo de la mujer en un momento en que aún el machismo era cosa común en nuestra sociedad.

La historia tiene tres partes definidas, María y su relación con Roberto; María y los problemas con su hijo quien se enamora de su prima Ita, para finalmente dar paso a las desventuras de Marita (nieta de María). Toda esta cronología marca un tiempo de 20 años, entre cada una de ellas, aproximadamente.

Indudablemente que la mejor etapa es la que corresponde a los inicios de María, quien llega a Lima, queda embarazada y triunfa. Su relación con Roberto es muy corta. En realidad la participación de Ricardo Blume como galán, irresponsable y egoísta, se reduce prácticamente a los primeros 30 capítulos de la historia, para después reaparecer como el hijo de María.

En esta parte de la trama, se grafica ese lado crudo y real de las empleadas domésticas. Aquellas provincianas que sucumben, por su inocencia e inexperiencia, (otro punto a favor es el lado cándido de las provincianas, retratado excelentemente en la historia). Ellas sucumben a los encantos del jovencito capitalino que las utiliza como pasatiempo y placer. El guión no lo toma en cuenta, pero estaba claro que esto también se ponía en práctica en el caso de aquellos acaudalados padres de familia, cuyos hijos, muchas veces se iniciaban sexualmente con la empleada del hogar.

María Ramos fue objeto de admiración. Las etapas por las que pasa su vida; una mujer provinciana, seducida, embarazada y abandonada que se convierte sucesivamente en modistilla y en reina de la alta costura para terminar en gran dama que impone su ley al mundo y un segundo amor le recompensa todo ese sufrimiento inicial; fue la imagen real de aquellas madres solteras que no tienen la misma suerte que María o de tantas empleadas domésticas que comenzaron a comprar su máquina de coser “Singer” con la ilusión que el negocio propio le solucione sus desventuras.

Hasta la primera etapa, la historia no tenía nada de ficticio, más si de real. Los extensos diálogos, unida a una música incidental netamente “melodramática”, permitían que esa escena sufrible cause el efecto deseado a sus millones de televidentes. Diálogos escuchados como: “una empleada no puede trabajar con hijos con cama adentro” o “Cómo puedes haber tenido relaciones con una cholita ignorante”, denostaban crudeza, realismo; algo pocas veces tratado, hasta esos momentos. Incluso muy sugestivamente se trataba el tan mentado tema, hoy en día, del racismo, como el momento en que Roberto habla con su amigo: “María es un ser angelical, un poco oscurita…”

La historia original de Celia Alcántara culmina con la boda entre María y Esteban, pero el rating estaba al tope, la venta de la telenovela en el extranjero era un suceso, así que Genaro Delgado Parker decide ampliar su trama y encarga, nada menos, que a Queca Herrero junto a un grupo de libretistas limeños, entre los que se encontraba la gran Gloria Travesí, aumentar los capítulos. Es así que, absurdamente, la telenovela se prolonga más de lo debido. Dura casi dos años (1969-1971) con 425 capítulos. En la última etapa se conoce las desventuras de Marita (debut internacional de la gran actriz portorriqueña Gladys Rodríguez), la nieta de María. Otra vez pasan los años y Marita ya adolescente pasa penurias porque quien cree su padre, Tomás, hermano de María (interpretado por el recordado gran actor Luis Álvarez) no le dice la verdad de su origen. Ella se enamora perdidamente de un joven aristócrata, interpretado por Fernando Larrañaga. De alguna manera, los guionistas hicieron que la historia, indirectamente se repita nuevamente pero esta vez a cargo de la nieta de María Ramos. En esta etapa ya no participan Ricardo Blume ni Braulio Castillo, esporádicamente aparece Saby Kamalich con lo que la trama comenzó a aburrir y el final era inminente.

Es por ello que esta parte de la historia, netamente peruana, es omitido en la versión mexicana y en otras versiones más porque en realidad se agregó simplemente para extender su trama.

Debido a toda esa interminable cantidad de capítulos, casi todo el talento actoral peruano participó en esta historia, muchos hasta duplicaron sus papeles como Liz Ureta y Fernando Larrañaga, este último interpretó inicialmente a un aristócrata francés pretendiente de María y luego se convirtió en el galán de Marita. Por cierto, la historia culmina con el matrimonio de esta pareja juvenil, mientras María, ya sesentona, observa feliz a su nieta unirse en matrimonio. En la trama debutó como actriz Martha Figueroa haciendo un pequeño papel de una enfermera y hasta el recordado cómico Álvaro Gonzales participó en esta telenovela.

TALENTO ACTORAL

Como se detalla, líneas arriba, son varias los aspectos positivos que tiene esta producción. Pero también debemos darle un lugar especial, al gran grupo de actores con que contó esta historia. Nuestra Saby Kamalich, memorable como María, desde la forma de hablar y ayudada en algo por sus rasgos físicos. Saby no necesitaba de maquillaje ni ropa sencilla, era y es, hasta el momento la María ideal, reconocido hasta por la propia Celia Alcántara. La forma de hablar de nuestros habitantes de la sierra peruana lo caracterizó estupendamente. Además, el cambio de interpretación, de una sumisa mujer de campo, humilde e inocente hasta la consolidación de su triunfo como mujer de éxito, activa y agresiva, es quizás de las más grandes interpretaciones que actor alguno realizó en una telenovela peruana. La interpretación de Saby fue tan igual de memorable que la realizada por Silvia Derbez, tres años antes en “María Isabel” (Telesistemas Mexicanos-1966). Aunque es justo en reconocerlo, la más popular en varios países, fue la interpretada por nuestra actriz nacional. Décadas después en el remake de “María Isabel” (Televisa-1988), Adela Noriega hizo una caracterización destacada, pero tampoco igualó, lo hecho por Saby, tanto en interpretación actoral como en arraigo popular. También es importante destacar las caracterizaciones de Irma Roy y Leonor Benedetto en las dos versiones argentinas de “Simplemente María", de gran éxito en su país de origen.

Por otro lado, los galanes de la historia, con más de 30 años a cuestas y amplia experiencia actoral en televisión, cine y teatro fueron el complemento perfecto para la consolidación de esta telenovela. Ricardo Blume, brilló como Roberto Caride, un tipo irresponsable que trata de probar su virilidad seduciendo a las sirvientas. Es cobarde ante el amor, cobarde ante el perjuicio social, cobarde ante las dificultades que se le podrían presentar, no arriesga ante la vida, se rinde ante ella. El papel de Blume resultó el primer anti-galán que no consolida su amor debido a su aparente inmadurez. Posteriormente las telenovelas dieron otro tipo de galanes parecidos, como Jorge Armando en “Viviana” (Televisa-1978) llegando hasta el propio Mustafá en “Fatmagül” (Turquía-2013).

Posteriormente Blume vuelve a destacar encarnando magistralmente a “Toño” el hijo de María. Un joven bueno pero acomplejado, muy inhibido, de carácter fuerte, pero a la vez disminuido por tener siempre presente que es un bastardo.

El trio romántico de esta telenovela lo cierra el gran y recordado Braulio Castillo, brillante como el maestro Esteban, personaje sencillo, posero y de gran corazón. Demasiado sacrificado y ¡exageradamente! tímido y vacilante. Por órdenes del libreto en su segunda etapa su personaje se muestra taciturno, rodeado de bellas mujeres, pero siempre dominado por ellas. Sin embargo el actor siempre supo sacar adelante su papel con gran calidad.

Mención aparte merece Inés Caride interpretado por la gran Carola Duval, tan egoísta y déspota, pero a la vez muy real y humana. Este personaje fue brillantemente emulado por el actual director de la nueva versión mexicana de esta historia, Ignacio Sada quien le dio algunas características de este personaje al papel que interpretó Laura Flores en su anterior producción, “Un refugio para el amor” (Televisa-2012), quien aparecía como una madre posesiva y neurótica, pero a la vez tenía sus lados lucidos. Una beata convencida de que sus maldades son en beneficio de sus hijos. El perfil de Rosa Elena Torreslanda tuvo mucho de Inés Caride. Recordemos que en la primera versión mexicana, una de las críticas que se le reprocharon al productor Valentín Pimstein es haber convertido a “Inés Caride” (en la versión mexicana se llamaba Lorena) una villana psicópata y asesina, un despropósito totalmente absurdo que desvirtuó la historia. Una “jugada” que se convirtió en rutina en las producciones mexicanas. Con el tiempo la mayoría de villanas mexicanas tenían que ser lo más agresivas, asesinas y violentas posibles para asegurar audiencia.

También debemos mencionar a la gran Elvira Travesí personificando a doña Pierina, una mujer italiana que ama en demasía a sus hijos y los protege y quiere como si aún fueran pequeños. Imposible tampoco sería dejar de evocar a la talentosa y simpática Regina Alcóver como “Ita”, el amor imposible de “Toño” quien muere tras dar a luz en uno de los momentos más logrados de esta telenovela.

A propósito de ello, difícil no destacar la boda de María y Esteban que parecía sería el final de la trama. Una escena de amor que constituyó todo un éxito de audiencia. La producción invitó al público a la grabación de la boda, en la iglesia Santa Teresita ubicado en el distrito de La Victoria, cercana al Estadio Nacional y fue un desborde total. El sacerdote que “casó” a los personajes fue el reverendo Teodoro Ticcinelli, un italiano nacido en Brescia, El Padre tomó este tema con particular alegría. Miles de mujeres se congregaron aquel sábado del mes de enero de 1970 gritando y tirando arroz a los protagonistas. Se trató de una escena tan real, que hasta se hicieron imprimir y circular invitaciones. “Como la boda fue oficiada por un sacerdote de verdad, eso generó muchísimas críticas por sectores de la Iglesia Católica que no vieron eso con buenos ojos” comentó alguna vez el actor portorriqueño, Braulio Castillo. Las escenas mostradas dieron como resultado casi 80 puntos de rating.

TELENOVELA EMBLEMATICA

El caso de “Simplemente María” graficó varios temas sociales que en su época, dieron que hablar. Aunque el drama de las trabajadoras del hogar aún permanece latente, fueron aquellas humildes mujeres, mayormente de nuestra serranía, que viven en pueblo jóvenes y buscan triunfar y escapar de esa condición económica social demasiado dura o por lo menos carente de prestigio las que se vieron retratadas en la historia. Nadie encuentra esa salida feliz que tuvo María Ramos pues se da, de cara, con la realidad, una escasez de posibilidades concretas de contar con un negocio rentable que le permita vivir.

La telenovela puso en evidencia la posible existencia de un nuevo tipo de mujer en Latinoamérica, fuerte aguerrida, luchadora que se antepone a las adversidades. En la trama fueron llevados a escena, conflictos y mensajes que apuntaban hacia la emancipación femenina, la necesidad de educación, la emigración del campo a la ciudad, las clases sociales, la fidelidad y el compañerismo en el amor, entre otros temas álgidos pero pocas veces expuesto en un melodrama que fue visto por millones en el mundo. Pasará el tiempo, tal vez, algún remake, supere este clásico, por tecnología, ambientación o escenografía, pero jamás se podrá olvidar esta producción peruana que removió los cimientos dentro de la historia de las telenovelas.

VERSIÓN MEXICANA

Cómo decíamos, líneas arriba, a pesar de no ser la versión original, existió una primera versión argentina. Sin embargo, la más popular fue la peruana. Se exportó a infinidad de países y en todas obtuvo el suceso esperado. Una de ellas fue la televisión mexicana. Héctor Delgado Parker, encargado de la gerencia de ventas, de las producciones que realizaba Panamericana, logra gracias a su gran talento profesional y merced a una reciprocidad comercial vender “Simplemente María” a México.

Anteriormente Panamericana ya había logrado vender “Caras sucias” al Canal 5 de México en 1962, con lo cual, esta producción, se convirtió en la primera telenovela peruana comercializada en el exterior. No pasó nada con esta historia.

Por eso cuando Héctor Delgado logra convencer a Telesistemas Mexicanos (hoy Televisa) a transmitir “Simplemente María”, se desató la histeria colectiva en dicho país, tan proclive al nacionalismo de sus productos. “Nosotros vendemos, ellos no nos venden” decía, en más de una vez, el tigre Emilio Azcárraga.

Pero sucedió lo contrario y la calidad y el talento actoral fueron recompensados con la enorme aceptación y tributo que jamás tuvo otra producción extranjera en el país azteca, hasta el día de hoy. Por ahí se cuestionó una pésima escenografía y un exceso de capítulos dentro de la historia para aprovechar el éxito. Todo eso es cierto, pero debemos resaltar que, para la época que se produjo, la telenovela, esta salió adelante porque la calidad se percibía en cada uno de sus capítulos, especialmente durante la primera etapa. Los diálogos excesivamente largos y melodramáticos cautivaban a los televidentes quienes percibían el sufrimiento de Saby y la hacían suya. Eran otros tiempos, no había “exclusividad de actores”, por eso Panamericana podía contratar libremente a Braulio Castillo, Gustavo Rojo o cualquier galán extranjero que solo dependía de él mismo y no de algún derecho de exclusividad como lo es ahora.

Bajo todo punto de vista, esta producción realizada por una canal (Panamericana) que se suponía principiante y menos peligrosa, logró remecer México. No había nadie que no hablara de “Simplemente María”, desencadenó un aumento en las ventas de máquinas de coser y de gente tomando clases para utilizarlas. En México, se especuló que había tenido más audiencia que la Copa del Mundo de 1970. Por eso habría que agradecer a ese público mexicano que supo valorar nuestro producto por encima de las miles de producciones mensuales que realizaban los productores mexicanos. De hecho, tras observar que la audiencia de la telenovela peruana aumentaba en el canal de la competencia, Ernesto Alonso prepara de inmediato, “La Cruz de Marisa Cruces” (Teleprogramas Acapulco-1970) con la extraordinaria Amparo Rivelles como protagonista, para competir con nuestra telenovela peruana, pero nunca pudo superarla. Y eso sucedía en el propio país mexicano.

Fue tal el impacto que sociólogos, analistas y productores mexicanos seguían estudiando el enorme éxito que esta telenovela tuvo en su propio país. Todos los protagonistas fueron contratados por Televisa y el recuerdo de está producción continúa siendo recordada con afecto y nostalgia no solamente por periodistas sino por algunos actores que vivieron con sorpresa esa histeria colectiva que se desató en México, un país tan arraigado en sus costumbres. Actores como Angélica María, el recordado Julio Alemán, Gustavo Rojo y el propio Otto Sirgo aún recuerdan con agrado esa fiebre por la historia realizada en el Perú.

Ya en los ochenta, Valentín Pimstein produjo la primera versión mexicana (Televisa-1989) que nunca llegó a igualar a la versión peruana y no lo decimos solamente nosotros, lo dicen muchos colegas mexicanos, especialistas en el tema. A pesar que Pimstein contrató a la propia Saby Kamalich, que ya pertenecía a Televisa, para que asesorara a Victoria Ruffo en lo referente a dicción y tics de actuación, la historia nunca despegó en esta parte del continente. Solamente se escuchó decir que en Rusia tuvo buena sintonía pero no logró el impactó que si tuvo la versión peruana. Por ejemplo, muchos criticaron las dos entradas que tuvo esta historia, la primera correspondía a la primera parte cuando María llega a la ciudad y conoce a los Del Villar, la entrada era melancólica, luego cuando pasan los años y María es exitosa con un hijo ya crecido, la entrada era mucho más alegre, colorida, rítmica, aparecían varias mujeres primero cosiendo y después bailando y cantando con vestidos súper coloridos al estilo francés. Toda una huachafada carente de todo sentido. Una irregular versión al que quisieron modernizar, pero olvidaron lo esencial, el mensaje central que la autora quiso reflejar en la trama.

Nuestro país nunca pudo producir otro suceso parecido, ni siquiera volvió a realizar una nueva versión de esta historia que acabó en manos de los productores mexicanos. No solamente fue el golpe militar sino la propia visión de productores y broadcaster que nunca pudieron reeditar otro éxito parecido. Pero esa es otra historia. Sin duda la versión peruana de “Simplemente María” tendrá un lugar especial dentro del mundo de las telenovelas.

(*) rmanrique@elinformanteperu.com
www.elinformanteperu.com

Comentarios

Beny ha dicho que…
No creo que en México salga adelante con esta producción. Son otros tiempos y además como bien resaltas, los productores inciden en darle a la villana la mayor cantidad de maldades posibles y a la protagonista el título de santita. No vi la versión peruana, pero tu articulo es bien sustancioso y con esto es más que suficiente para saber el por qué se recuerda esta versión.
Anónimo ha dicho que…
Todo un extenso texto para una historia que en verdad se lo merece. ¿Alguna vez, los peruanos podremos generar un éxito parecido?
Anónimo ha dicho que…
Simplemente María marcó un momento importante. Lo detallado por este periodista lo comprueba, pero aseamos realistas, en nuestra época jamás funcionaría. La prueba es esta nueva versión mexicana que me parece demasiado estúpida para el 2015..
Contratar a Rombai ha dicho que…
Por una cuestión generacion claramente nunca la vi, pero me parece un sentido homenaje a una serie que marcó un punto de inflexión dentro de su género!
Anónimo ha dicho que…
Una telenovela muy antigua, 46 años ¿¿¿¿???? queremos ver versiones más modernas, no vivir del pasado..
Anónimo ha dicho que…
Si ya la están transmitiendo deberían darle un giro inesperado a la historia atreverse a dar un cambio a una historia clásica como esta así por lo menos esta sería recordada por ese cambio
Unknown ha dicho que…
Nunca vi la novela pero si recuerdo la cacion me podrian decir como se llama y qien la interpreta exelente la esposicion
Sinceramente los felicito
Unknown ha dicho que…
Me gusta la canción de la novela igual que la novela natacha..después de eso ya no se hizo mas novelas con tanto éxito..porque los militares se adueñaron del Perú
Unknown ha dicho que…
Y adivinen algo,es Argentina ❤❤❤ por mas versiones y recontra versiones la historia es Argentina!!!

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